lunes, 31 de diciembre de 2007

2008

...el 2008 y todo lo que quieras de él
!!! Muchas Felicidades !!!

viernes, 21 de diciembre de 2007

XII

Mi amor es de aquí al lado
De donde todas las miradas son australes
Y en donde duelen civiles gestos, todavía.

Mi amor camina por una letra andina
Y se pinta en el corazón la luna
Y las alturas.

Tiene olor a bosque
y a bosque de araucarias,
a tiempos mas despacios,
y a justos comentarios.

Mi amor es de aquí al lado,
Y en el se resume todo lo que he amado.

viernes, 14 de diciembre de 2007

Parando olas


Durante toda las tardes mi hija se detenía a la orilla de este mar esquinero y le hablaba a cada una de las olas, que dignas e infinitamente poderosas, pasan por nuestra casa.
Desde la sombrilla no entendíamos muy bien que hacía nuestra hija, y muchas veces ni le prestábamos atención.
Sus manos se alzaban hasta la alturas de sus hombros bronceados, abría sus palmas con rigidez, y cual Mago Copperfield repetía un autoritario “STOP!!!” ante el incesante arrebato de nuestras olas atlánticas.
A veces volvía corriendo con su pelo largo y rubio desteñido y entusiamada nos confesaba: “I have the power to stop the ocean!” “Las olas me escuchan mami y me obedecen y por eso les tengo que dar de comer para que sepan que io les mando y que les cuido.”
Mr. Poppins intentó, cual hombre de ciencias, explicar el fenómeno a mi niña que ya empezaba a llorar ante lo que los adultos llamamos “la cruda realidad”. Yo tomé su brazo y le gesticulé un: no!
Reconozco que era un poco tedioso llenar baldecitos de tortitas areneras y algas resbalosas durante horas y días para alimentar un monstruo eternamente hambriento.
Pero el amor todo lo puede y todo nos enseña.

Las olas comenzaron a morir frente a sus delicados pies y se hincaron ante mi preciosa niña con respesto de musulmán hacia la Meca.
Ella sigió con su gesto literalmente divino sometiendo al mismo poder de la Naturaleza.

Y nosotros, y el propio mar, nos rendimos finalmente ante sus pies.

martes, 11 de diciembre de 2007

Callejones

A veces hay sólo una forma de salir. Y a veces no hay ni por donde salir.
Nunca fui de pensar preventivamente como voy a salir de ésta. Mas bien mi tendencia es lanzarme sin premeditada exploración. Es la desgracia que padecemos los extremadamente curiosos y caprichosos. Great combination!
Nuestra amiga del alma, de Elastichica y mía, vino a pasarse unas semanitas a España, después de un duro año de laburo y de eternos viajes diarios desde Palermo hasta Pompeya. A ella siempre le dijimos Negra, mujer atractiva de pelo indio, delicadas manos, poco aguante, bijoutería étnica, y adjetivos perfectos.
Las tres somos muy distintas. Bueh, en realidad, Elastichica y yo podemos tener más en común, a veces parece que vivimos jugando, entretenidas y fabulosas.
Ella, sin embargo, tiene un perfil mas realista y dedicado a cumplir, y con la mirada de aquellos que saben desde siempre. Siempre fue así, aún cuando teníamos 20. Es, de las tres, la mas incondicional. Mas inteligente que yo, mas realista que Elastichica, y mas buena que las dos juntas.
En fin, llegó a Andalucía cargada de regalos y de buenas palabras.
A los días sugerí a mi amiga: “Hoy, Negri, te voy a llevar a un pueblo blanco”, de esos que tan bien describe Joan Manuel.

Cuando en España, y sobretodo en las comarcas te contestan a la primera pregunta de estoy perdida!: “Siga todo recto”, aprendé para tu futuro que lo que es recto para nosotros es,…..quien sabe qué para nuestros amigos gallegos. “Déle recto”, significa, siendo lo más preciso posible, siga la dirección, aunque esto implique que el volante, aún hidraúlico, se canse de tanto contorsionismo.
Como a caprichosa no hay quien me gane, llegamos rectamente a Arcos de la Frontera. Joan Manuel recitaba, “colgado de un barranco…” y siguiendo el compás de mi ídolo catalán empecé a subir y subir .
“Déle recto”, me decían. Para mí esto significaba suba al mundo y no pare hasta alcanzar el prometido placer. Torcete toda, cual intestino y con coche incluido, y llegá.
En el ofuscado intento pasé, un cartel que decia “Prohibido el paso, Casco Antiguo en Obras’, pero aclaro que la prohibición no parecia tener carácter inminente. La Negra no lo vió, estoy segura porque no ve nada, sino me hubiera puteado al verme seguir. Cuanto más arriba avanzaba, mas se complicaba la cosa, y yo “colgada” y “colgada” seguía insistiendo. “Che, pero, sabés adonde vamos?”. Es chicata, pero no tonta. Yo le contesté: Sí!!!!!! una vez vine y hay un callejón de las monjas que te quiero mostrar, que tiene unas vistas preciosas. Mirá, bajame un poquito la ventanilla y meteme el espejito retrovisor de tu lado para adentro porque no quiero rayar el coche”.
Mr. Poppins, de haber estado, me hubiera hecho firmar el divorcio y la patria potestad en ese mismo momento. La Negra, no. Para eso estan los amigos, al menos por un rato mas.
Como dicen acá, nos "atascamos" en un callejón blanco, sinuoso, dos cm. mas ancho que mi coche, y que se retorcía y se ajustaba orograficamente a las alturas que Serrat me había contado en los ochenta.
Adelante como a 20 mts. se veía el enorme pozo del suelo empedrado de Arcos que el Ayuntamiento había decidido cavar para el arreglo de algún servicio, por lo visto imprescindible para los arcocitos, arcenses, arcos y arcas, o como coño se les diga a sus habitantes.
“Y ahora?????” me dijo la negra sin ninguna esperanza, “que mierda vas a hacer?”(masticando mucho la eme)
No había salida, o avanzando 20 mts. nos caíamos en una garganta hasta las entrañas de la misma tierra, o para atrás mi coche cual vaca desconfiada deberia ejercitar imposibles retorcijones barranca abajo. Aunque según Borges de los laberintos se sale por arriba, esta metáfora tampoco ofrecía soluciones posibles.
Para distraerla infantilmente de lo que en unos minutos se iba a convertir en una inevitable pelea y sin lugar posible por donde escaparme, le dije: “Mirá que linda las vistas”. Siempre fui entusiasta, cabezadura (el relato lo prueba) y muy positiva. “Pero sos boluda!!!!me gritó ella siempre tan negativa pensando en que jamás saldría de España y en que moriría allí conmigo atrapada en un pueblo retorcido que nunca conoció.
“Negra esto pasa porque vos nunca quisiste aprender a manejar, la boluda sos vos! (No hay mejor defensa que un buen ataque, dice mi amiga Rocky en Frackfurt). Si supieras manejar …..Ahora vos, además, no trabajas en Recursos Humanos?, no se te ocurre algo? "
“Andate a la p…” les dije la pelea no había como evitarla.
La Negra miraba hacia afuera. La distancia que alcazaba su vista con la pared próxima y blanca era de umm 10-2= 8cm. Eso! 8 cm. pero yo prefería que mirara para afuera a que me mirara a mí. Igual eso no era un problema porque no ve bien de lejos. Le hice la bromita, pero tampoco funcionó. Elastichica hubiera reaccionado diferente. Tal vez con ella todavía estábamos ahí inutilizadas, pero muertas de risa.
Finalmente, alguien llamó a otro alguien, que trajo a otro alguien, y medio pueblito se acercó a ver a estas niñas urbanas que traían el espectáculo de la matine. Otro alguien se metió por el baul de mi coche con mi permiso y se desplazó hasta mi asiento empezando la marcha atrás mas dificil del mundo. La Negra me maldecía, lo sé. Yo exquisitamente le conté al señor que mi amiga quería conocer el pueblo e insitió con verlo desde arriba. Yo le dije que era casi imposible, pero Ud. ya sabe y…es una amiga, viene de lejos, está de visita y hay que complacerla. Finalmente nuestra Negra se rió. Seguro porque reconoció la oportunidad de la salida y de su regreso a Palermo y a Pompeya. Al final testaruda como es, siempre se me rinde.

La Negra hermosa y sabia, aun no sé cómo, pero me adora porque es otra “colgada” y uno de los pilares de mis alturas.

Para la Negra, a quien debo Arcos, la próxima vez a pie.

jueves, 6 de diciembre de 2007

Frío y Heladas

Pensábamos que todo era possible, hasta atravesar el frío.

Contamos siempre con buenos recursos: títulos bajo el brazo, familias presentables, decente belleza, cariño sobrado, y un gran porcentaje comparativo de buena suerte.
Finalmente, pudimos todo aquello e incluso, estirando, un poco más.
Sin embargo algo no se dio.
Hoy seguimos sin saber qué fue!

En alguna parte del camino nos quedamos sin atrevernos a mojarnos los pies en el agua helada.

miércoles, 28 de noviembre de 2007

Estadísticas

Aunque nunca se me dieron bien los números, tuve que estudiar Estadísticas en la Universidad de forma irremediable.
Cuando abrí el libro por primera vez, me reí de mí misma al ver ecuaciones donde era posible conjugar letras y números y obtener un resultado.
Siempre creí que las cuentas eran distintas formas de agrupar números, elementos abstractos, que al menos pertenecen a la misma especie, esto es, sólo a la especie números.
Sin embargo, parece que si!!!, que alguien con cerebro mas amplio que el mío pudo, y por eso es imprescindible aprender la materia mencionada en Universidades extranjeras, inventar esto de combinar aritméticamente el mundo de los números y de las letras, e increiblemente, obtener resultados.

Pasé estadísticas hasta con un “A”, pero a diario, mi pequeña mente las ha olvidado y ya no puede combinar elementos si no integran la misma especie, hablan el mismo idioma, o pertenecen al mismo género.

Vos y yo= It depends
You and yo = It’s a lot of work!
Vos y me= Sometimes
You and me = n¶▲♫-/1񩑔■╝+Ü○τ«♣?

viernes, 23 de noviembre de 2007

Masaje


english
Al entrar en la sala donde iba a ser masajeada durante dos horas y media, sentí el calor y la tenue luz de la velas. La música zen recorría el ambiente,y unos aceites almendrados y unas pocas toallas blancas me esperaban gustosos.
La ambiguedad de un masaje es que uno no sabe muy bien qué partes y hasta dónde se va a ser masajeado. Alguien nos tocará por un rato para descontracturarnos y volver aún mas relajados a nuestras actividades diarias. Todo sea por una buena y merecida relajación de los ajetreados músculos de Mary Poppins.
“Boca abajo y sin ropa” me indicó “J”, el masajista. Realmente nací para obedecer, aunque reconozco que solo en lo que me conviene. Tal vez esto se deba a la memoria latinoamericana o al íntimo secreto del gusto.
Así pues, me dispuse boca abajo y apoyé mi cara en el orificio a medida destinado al depósito de mi cabeza, cual hueca escafandra de espadachín. La música zen seguía y “J” comenzó su trabajo de abajo hacia arriba y de costado a costado en diagonales. Por cada milímetro del cuerpo de Ms. Mary se desplazaron unas grandes manos aceitosas y eficientes.
Los primeros 20 minutos me reía en silencio, y pensaba si esto se lo hace a mi hija le rompo la cara, pero no podía, Tampoco, debo aclarar, “J” fue del todo inapropiado, ahí radica la ambiguedad del asunto y el uso selectivo de la memoria juridica que me acompaña siempre para ver situaciones según mi momentánea conveniencia.
Después de esos 20 minutos de disquiciciones personales, decidí decir adiós con todo, y me relajé completamente. Siempre fui muy buena destinataria de masajes y los recibo con complaciencia. “J” percibió esta cualidad mía y se esmeró aún más.
A la hora de la intensa relajación a la que me había abandonado felizmente, no esperaba que “J” me susurrara al oído: "ahora date vuelta". Y una vez más, obedecí.
El ambiente estaba casi a oscuras salvo por la tenue luz de las velas. Sé y recuerdo que me cubrió los ojos con una toalla menor, y también sentí que me recorría el cuerpo con una pluma (que luego ví al vestirme que era negra). Los pies me pudieron, aceite de almendras tibio frotaron intensamente mis pies. Luego subió por mis piernas y ahí dedicó otra media hora. Una maravilla! Sé que el hombre disfrutaba con su trabajo. Alguien apasionado con su profesión, difícil de encontrar.
Brazos, manos, trasero, dedos de pies, ideas, codos, sueños, cuello, espalda en diagonal, a cuadritos, a rayas, todo mi cuerpo tibio, entregado, y amasado por las generosas manos del mejor obrero del cuerpo. El no habló y eso lo hizo aún más maravilloso.
Yo tampoco hablé.

Volví, y seguiré volviendo a “J”, artesano del cuerpo, generoso hombre del tiempo, y poeta de las manos y de la piel.

viernes, 16 de noviembre de 2007

San Rafael 21

Al llegar por primera vez a la casa donde luego viviría por dos años, supe que estaba en España.
Abrió la cancela Jesús, el mayordomo de una hermosa casa andaluza de 200 años. Después de hacernos pasar con mal gesto, siguió vistiendo unos manequíes que bordeaban un patio andaluz cercado por pilistras.
-Venimos para ver la casa. Yo soy la muchacha que llamó por teléfono.-
-Pasen- dijo sin prestarnos atención.
Mi primera impresión jamás cambió. La casa, ubicada en la calle San Rafael 21, cual casa de los espíritus, me fascinó de inmediato. Mi marido me observaba con cierta desconfianza y adivinando el final de la historia. Perceptible como soy, le susurré en su idioma: -I love it, we don’t need to buy it, but it looks like an unique house, seremos felices aquí, ya verás- esto último me lo decía a mí.
-Qué está haciendo?- Le pregunté a Jesús mientras esperábamos a la dueña.
-Les peino la peluca a los manequíes y los visto según la estación._
-ahh-
-Como ya empezó el invierno, éste lleva el traje de lana y la peluca rubia. Bueno, la peluca la lleva todo el año, pero hay que peinarla para sacarle el polvo.-
-ahhh-
-La señora me lo ordena, que quiera que haga- dijo Jesús revoleando ojos y haciéndonos saber de la mala convivencia entre patrona y empleado.
Tambien bordeaba el patio una estatua, más grande que mi marido, comprada en la Rue Bonaparte de París y que imitaba la figura de San Agustín con la mano izquierda alzada hacia nosotros. En un rincón, como en un altarcito, otra figura representaba a San Antonio, pero estaba de espaldas. De repente apareció Doña Pepa, bajita y gorda como un corcho, pero de la que emanaba una autoridad que nos intimidó. Sin perder tiempo, se refirió al santo diciéndonos: -Ese San Antonio, es un hijo de puta, guapa, lo tengo castigao desde enero.- siguió -Le pedí que me encontrara unos papeles, y el muy cabrón no me hizo caso, y ahí se queda, castigao!- Cambiando sutono se dirigió a mí -cuando se te pierda algo, cariño, le pides a Ramón Nonnato, que de los cojones te ato y que hasta que no encuentres lo buscado, no te los desato- inmediatamente y cogiendo un trapo hizo una breve demostración de unos nudos esquineros y lo arrojó por el aire. Mi marido comprendió, como cualquier otro hombre, el tema de los cojones sin necesidad de traducción. El trapo que casi le pega, le causó la misma e internacional aprehensión de los hombres hacia su propio mundo genital.
-Con los pulpos que se venden por la calle, tú ni te metas. Me avisas a mí o a Jesús. El los cuelga en la cuerdas de la ropa y le dá con la escoba hasta achucharlo bien, para que el bicho se ponga tiernito. Y luego, blublublublbu a la olla desde la 7 para que hierva mucho rato. Pero tú no! de eso, Jesús!!!- quien seguía revoleando los ojos molesto.
La fascinación impedía traducirle a Mr. Poppins, quién aún sin entender sabía que acabaría rindiéndose ante la inevitable diversión de su mujer. En ese momento supo que en San Rafael #21 viviríamos, o tendría que aguantarme. He, again, comparaba su científica mente neoyorquina con las imágines almodovarianas de las que ya formaba parte, y que terminaría arrendando por los siguientes 2 años.
“Para las cenas que organices, Jesus se encarga”. Doña Pepa seguía explicando. Y, vaya si eso me gustó.
Finalmente, allí nos instalamos.
Yo, que debo confesar nunca he logrado acostumbrarme a las mudanzas, me senté en una sillita una mañana de febrero en la entrada del recibidor, mientras “Mudadoras Ferris International” entraba cajas y más cajas. Los hombres decian: “138” a lo que yo contestaba sonriendo “ para el cuarto del fondo, por favor”, "657", "cocina, gracias", "377", "baño de entrada", "276" "trastero por favor", "389" "huéspedes", etc. Y así, por 10 horas más. Yo, que esas situaciones me paralizan, pensaba que sólo el paso del tiempo sería capaz de acomodar el contenido de esas cajas. Así me quedé sentadita toda la mañana viendo cajas entrar y entrar. Parecía estar jugando al bingo, porque sólo tachaba números en mi tablita de inventario de cajas al cantar los mudadores los números correspondientes.
A los pocos días del bingo de la mudanza, el marido estadounidense empezó a conectar las computadoras y otros equipos de alta tech. La manzana entera de San Rafael, perdía la luz cada vez y en cada intento. Jesús salía por órdenes gritadas por la señora, a buscar a cualquiera que entendiera de enchufes. En caravana entraron a mi casa, Paco el de la fotocopiadoras del callejón del Aire, Manolo, el electricista del Ayuntamiento, y lo mejor de todo, Doña Rosario que vino con un destornillador en la oreja a meterse con los equipos de avanzada de mi cónyuge. Doña Rosario le hablaba gritándo y muy divertida en español al americano, quien le contestaba sonriendo and very politely of course, “no problemas!!!" and to me "pleeeeease, can you stop them and explain to them do not touch my equipment, please???”
Yo reía internamente sin parar por el contraste de aquella situación y pensaba: acá me quedo!!!.
Sí, acá me quedo yo, en la cuesta de San Rafael 21, en esquina con la Peña Flamenca El Agujeta, y a dos calles de los Pollos del Señor Pablo.

Así, en esa casa de 200 años, conocí todo lo que hasta hoy conozco de España.

lunes, 12 de noviembre de 2007

Yendo


Nací y moriré sola.

En el medio temporal viajo por lo que por ahora llamo vida.
Tanteo el sentido de mi recorrido, y de este modo, me embarco en un viaje en el que soy inevitablemente agitada por lo que me encuentra.
El trayecto tiene ciertos desafíos que necesitan de pasión para abrazar la vida con todas sus contradicciones.
Por el momento, soy responsable de mi “hacer” y no hay valores externos si no quiero elegirlos.
Por el momento, mis acciones determinan mi “ser”, mientras, desnuda diseño el mapa personal de este viaje.
Por el momento, otros caminan a mi lado, se cruzan, me interpelan, me aman, me dejan, y me ven pasar.

Por el momento, puedo poner un espejo a la imperfeccion de mi “ser”
y… seguir caminando.

lunes, 5 de noviembre de 2007

XXII

Me pesan los ojos
por gravedad y por vacío.

Abiertos,
hasta el más cómodo gesto
sin emoción,
sin arrugas.
Hay un mar que los aclara
en un trayecto insípido y aburrido.

Y es en este compás que marcan
las gotas inexpresivas,
en el que te estás yendo,
como las lágrimas.

jueves, 1 de noviembre de 2007

Pollos Pablo


Hace unos dias que el tema de la salsa me persigue, salsa pomarola, salsa blanca, y hasta el ritmo de la salsa.

En la calle Calvario, o puede ser Veracruz, había un pequeño comercio cuyo propietario era el señor Pablo, raro nombre andaluz. “Pollos Pablo” era la razón social.
El comercio desapareció, si mal no recuerdo en Mayo del 2000, después de la salida de la Virgen de La Caridad y de las antiguas pesetas.
Aquel verano, no cociné, lo acusé a que nunca aprendí del todo, a que cada uno tiene un gusto distinto, y a que mi cocina no se convertiría en un restaurante donde una camarera pregunta ante las altas temperaturas, vos que querés comer?, and you?
El, tengo que decir, fue siempre fácil de satisfacer, con esa memoria feminista ancestral estadounidense que arrastra, y que a mí tanto conviene.
He pasaba por las noches a traer uno de los pollos rotisereados del Señor Pablo, buenos, bonitos y baratos en pesetas.
Yo abría el plástico, que recubría el tradicional bowl de aluminio que decía: “Pollos Pablo, el secreto está en la salsa”.
Yo sola, trataba de degustar los elementos que componían la salsa de Pablo, sin éxito. He, he didn’t care. Pero cada noche yo, volvía caprichosa a descifrar nomenclaturas de sabores a los que rendida (como en uno de esos juegos donde se tiene la respuesta en la punta de la lengua, not enough and never better said!!) le preguntaba: “What do you think is in the sauce???”
Hacia finales de agosto, el pollo del día lo fui a buscar yo.
El cartel de la entrada leía del mismo modo: “Pollos Pablo, el secreto está en la salsa”. Ahora la inquietud y la impaciencia del misterio y de la cola andaluza me atormentaban.
Ya dentro de esa cámara de olores, vapores, y aves bellamente retorcidas, le pregunté al señor mayor que me atendía: -¿Usted es el señor Pablo?- el hombre en delantal respondió: -Sí, dígame.-
-Mire, es que tengo una curiosidad, la salsa de los pollos… ¿qué tiene?- a lo que él respondió acercándose a mí: -si le dijera el secreto….-. Yo insistí: -Pues mire Usted, (usando el convencionalismo local del pues adelante), hágalo tranquilamente, nunca le haría competencia, le aseguro, créame me lo puede revelar sin problemas, a mí la cocina me interesa nada, y lo de la salsa es solo cuestión de curiosidad.- ...y desesperación, pensé.
-Discúlpeme, pero no puedo.-

A los meses salió la Virgen de la Caridad desde la esquina del pasaje Veracruz, y al rato don Pablo con sus sabrosos pollos de la mano y en santa procesión.
Un poco más tarde aprendí a cocinar todo menos aquella salsa.

Magnifying Glass II


(español)
It was at 4:10am when the magnifying glass briefly spoke to me again. "Keep looking,” it sighed. "I’ll help. That’s why I’m a magnifying glass.”

Two hours later, thrown diagonally across the queen-sized bed, I opened my eyes. It is in this state between sleep and intermittent reality that hidden truths usually manifest themselves.
Sure enough, at 6am the Greek monument has taken on another meaning: the deep, dark pull of desire draws me in to the enticing, forbidden place in which, magnifying glass in hand, I try to plumb the secrets of the Parthenon.

…you can see me going on and on circling and circling tensely about the temple’s entrails: which are deep, and dark, and always endlessly exciting.

sábado, 27 de octubre de 2007

La Lupa



La historia la de lupa es una de las que mejor conozco.
El hombre que la portaba en su maleta de cartón cuadrado, vestía trajes ajustados y zapatos amarillos en punta. Era además de observador, inteligente, y podía viajar a cualquier destino sin pasaporte o permiso de entrada.
Caminaba rápido, y eso dependía del calzado. Era un poco delfín en este aspecto, mamífero que al comer un pez veloz nada más rápido que si lo digerido es, por ejemplo, una tortuga. Si los zapatos eran livianos, el hombre al que me refiero, iba más rápido. Si la punta era cuadrada el viento disminuía el paso considerablemente.

Llegaba a Atenas esta vez. Inmediatamente subió a la Acrópolis por la agraciada punta amarilla de sus zapatos, y abrió la maleta. Con la lupa todo lo veía y como Tomás tenía que ver para creer.

El hombrecillo aumentaba sólo partes del maravilloso Partenón perdiéndose por el aumento el sinuoso escorzo que recorre su fachada. Al caminar de frente, la famosas columnas griegas provocan un vacío que invitan a entrar al misterioso templo, cual deseo ancestral hacia el oscuro agujero de la vida. Apartó la lupa y atraído empezó a entrar. Al acercarse, los rebeldes zapatos giraron por sí mismos, restándole importancia a la voluntad humana del hombre, que malamente intentaba controlarlos. Rendido, siguió a sus propios zapatos a través de una línea oblicua a los cuatro frentes del monumento. Tal sendero provocaba en el hombre, la ilusión óptica mas antigua de la historia. Las columnas, ahora miradas de reojo, eran un muro impenetrable, todo rechazo hacia el mismo núcleo de la vida y del poder. Incitación y rechazo, deseo de entrar y prohibición, se manifestaban en su lupa según la dirección de sus zapatos cada vez más veloces. Intentó volver a pararse de frente al monumento y no pudo. Largó la lupa y probó quitarse los zapatos. Tampoco pudo.

A tí, hombre común, no se te estará nunca permitido entrar.

Aún hoy sigue caminado en diagonales por los cuatros frentes del Partenón, que, sin coquetearle, parecen prometerle alguna entrada.

Así y todo, por esos pagos se habló, por vez primera de filosofía.

jueves, 25 de octubre de 2007

miércoles, 24 de octubre de 2007

Muñecas rusas


Photo by Gabriele Protti

Hacia frío, y era martes o miércoles en Buenos Aires. También sé que era Julio en Buenos Aires, y en gran parte del mundo. Eso lo sé seguro porque es el único mes del anio que toco el timbre en casa del Ministro Pistarini.
Durante unos días no conduzco. Mis padres me explican las reglas de la casa otro año más como si nunca hubiera vivido allí -“Abrí la ventana del lavadero y después prendes el calefón, asi no se embolsa el aire y se te apaga mientras te estás bañando”, “mirá que acá roban y secuestran” ,” cuidado con la cartera” “Acá no sabes las cosas que pasan…” “Andá a ver a las tías que te estan esperando”, “abriga a la nena”, “que te vea entrar el taxista”,”ojo en el cajero vos sos tan distraída”…-

Aquél día tomé el colectivo “2”. Recorre medio Buenos Aires y tiene unos asientos por arriba de las ruedas traseras desde donde vas mas alta y se ve mejor. Algunos hasta vienen, si tenés suerte con agujeros en el suelo. Así que por solo .80 centavos podés atravesar la ciudad, ver cúpulas, y el precioso suelo de mi casa.

14 hs.
Llegué tarde, como siempre. En eso siempre fuimos parecidas. Igual los años nos han vuelto mas puntuales.
Nos vimos como si fuera ayer, que cara tan noble y querida! Ella es de la casa del Ministro.
Caminamos en redondo y del bracete por Plaza Dorrego. Para eso sí que hay que tener intimidad, y confianza, y frío. No había nadie. Mejor
Ella parecía estar buscando pentagramas para tapizar un baño musical. Esa fue la parte donde no le presté demasiada atención.

16hs.
Yo seguía sin buscar nada. Las recomendaciones paternas se esfumaron.Y las dos solo queríamos contarnos historias reales y deseadas, que son las mejores.

18hs.
El té con leche siempre viene bien en el cafecito de la esquina.
Desde la ventana del bar, la Plaza Dorrego comenzó a girar lentamente, como un antiguo carrousel, parando por unos segundos al final de cada capítulo contado por nosotras.

Eran las 20hs, y ya plena noche de frío.
La puertas abatibles del café se abrieron, me di cuenta por la corriente, y me acordé de papá y del calefón.
En un momento llegaron y se sentaron con nosotras. Eran cuatro o cinco gordas sonrientes que, acostumbradas al frío moscovita, empezaron a desvestirse la una a la otra, sin problemas. Se desvetían y se reían al mismo tiempo. El mozo acercó más sillas pidiendo gentilmente a la mesa de atrás si las thonet restantes no esperaban a nadie más para el préstamo.

Eran las 21hs.
Las rusas no hacían más que reirse y burlonamente nos contaban su precio. A mí, no sé como decirlo, me cayeron mal. A ella, a la del pentagrama le divertía más la situación. Las conté de nuevo. Cinco, todas iguales, brillosas como pieles de cebollas, y cada una unos centímetros más pequeña que la otra. Por la torpeza propia de la formas y de lo resbaloso de la laca que las cubría, una de ellas cayó de la silla thonet partiéndose al medio. La otras, siempre sonrientes, y en rusa camaradería, saltaron en su ayuda. Ahora eran diez piezas desencajadas y esparcidas por el suelo en las que no perdería mi tiempo. A pesar del despilfarro seguían brillantes, gordas, sonrientes.

Ya eran las 22hs.
Allí quedaron esas féminas de Chabrol en territorio foráneo y esparcidas por el San Telmo porteno, donde nunca pensaron acabar. Muñecas rusas, tantas como tantas llevamos dentro.
Pagamos, y al mover las sillas para abrigarnos ya no estaban allí. Solo había un espejo roto que de mi bolso debió caer.
De nuevo del bracete caminamos otro poco, hablando de lo que mejor sabemos hablar y sabiendo que hasta un nuevo Julio allá, y en gran parte del mundo, no nos volveríamos a encontrar.
De los pentagramas nada.

23:30hs.
Abrí la ventana del lavadero, solo un poquito, y me bañé en casa del Ministro Pistarini, donde el agua aunque no sale bien siempre me mima.

lunes, 22 de octubre de 2007

Prefacio

Desde mi adentro de brocato deshilachado y tachas de bronce inglés, el mundo esta protegido como un feto en concentrado vientre. Lentamente los aceites de mis broches se abren hacia Mary. Hay en ella un poco de magia aburguesada y recelo ante el desparpajo de una no consentida apertura. Yo le quiero explicar, pero ella no me escucha, y una vez más despliega su umbrella inglés y apunta al infinito arrastrándome. A veces no nos llevamos bien. Hoy es uno de esos días.
De todos modos he logrado ante su femenino capricho que algo se volara en el tirón.
Es una nota de Margarita que desde un bar belga le susurra a las manos de Jorge: ”Que aburrido hubiera sido ser felíz!”