jueves, 21 de noviembre de 2013

El arte nuestro de cada día

El mundo esta cambiando por días, por semanas. Los nuevos conceptos en materia de difusión revolucionan cada uno de los aspectos económico-sociales y hasta artísticos que nos rodean. Muchos soñolientos no son capaces de registrar el cambio; los mas astutos se adaptan, lo mastican y lo reinventan en nuevas formas de comunicación. El proyecto en general, de la curadora de arte contemporánea Bárbara Bacconi, apunta entre otras cosas: a salir en busca de la expresión artística actual y que ésta encuentre al ciudadano, a través de originales canales de comunicación. Muchos sabemos que el arte es vital, imprescindible. Sin arte, este mundo tan revolucionado recientemente por la tecnología y la escasez del empleo y del dinero, se nos haría insoportable, existencialmente denso. A pesar de eso, en los últimos años, diversas galerías y centros de arte han desaparecido y, casi en su totalidad, subvenciones hacia la cultura han sido recortadas dramaticamente. Los agentes de la cultura deben analizar y gestionar una difusión renovada, porque ya estamos en problemas. Sin embargo, inexorablemente, la obra artística sigue estando aquí, entre nosotros, esperando a cumplir su misión de ser mostrada a un hombre que, más que nunca, necesita ser conmovido, elevado. El arte debe estar hecho para expresar de un nuevo modo, “el modo artístico” lo que el hombre piensa, sueña, desea, interpreta de la realidad. El canal artístisco es entonces substancial, es el aire puro de una sociedad, es su válvula de escape y a la vez su cable a tierra, su alejamiento de la locura, de la aberración. Sagaz, Bacconi organizó el proyecto ArteOpenViews que se realizó en Valencia Nov, 2013, en el que la curadora salió a la búsqueda de artistas plásticos noveles de la ciudad y los reacomodó entre nueve espacios privados del Barrio El Carmen. Así, en el curso de tres días cualquiera tenía la oportunidad de recorrer estos maravillosos rincones de arte contemporáneo. Imagino, asimismo, el reconocimiento de la sociedad valenciana ante tan loable y profesional labor de un curador extranjero además. Actualmente, este mismo proyecto ArtOpenView expande su convocatoria a Madrid para el próximo año. A la vez, y de forma permanente, la curadora italiana explora y despliega distintos exponentes del arte contemporáneo a través de su magnífica galería, diseño del web designer y músico Federico Zanetti. Así, Bacconi indaga el mundo expresivo de artistas actuales, los selecciona como disparadores sagaces de esta nueva sociedad mutante,y los inyecta en el mundo virtual con exquisita profesionalidad. LB

domingo, 17 de noviembre de 2013

el cajón

Mi abuela Gretta cerraba siempre el cajón de su cómoda con llave. Yo sabía entonces, que el testamento estaría allí. Tenía que apurarme y hacerlo parecer como un robo. Los hombres de aquel tugurio del puerto me perseguían inquietos desde hace meses, y ya no tenía escapatoria. El entierro había sido breve y sabía que mi hermana estaría por llegar. En un desesperado intento por abrir el cajón, forceo con una pinza de tal modo la madera de caoba, que rompo, hasta dejar en astillas, el entorno veteado de la cerradura. Ella, seguramente, habrá testado para no dejarme nada, y yo, tendré que deshacerme del documento cuanto antes y esperar inocentemente la legítima. Una vez, hace un par de años, ya me había sacado las papas del horno con unos matones del poker, con la promesa de no volver a caer en el juego. No pude cumplirle. Un año antes, a la abuela le había llegado una carta desde Alemania con una exhuberante indeminización en concepto de reparación por sus malos días en Auschwitz . La vieja lo mantuvo oculto, seguro por mí, pero al final se lo dijo a Fina, un mes antes de morir. Fina lloraba de pena todo el último tiempo mientras la cuidaba con esmero y fue, incluso, capaz de guardar el secreto de la carta y de los millones hasta ayer, cuando, como al pasar, se lo dijo a una vecina que también lloraba en el velorio. Ahora finalmente logro abrir el cajón de un tirón. Con las manos inquietas revoleo las prendas íntimas de mi abuela buscando, mientras Fina entra a la habitación, toda de negro, y, desilusionada, me mira.