
Pelo negro y duro, pelo indio, pelo de pobre.
El pantalón que lo soporta va manchado y el bolso del trabajo también. Se abraza al bolso como se abraza al amor, y lo acuna con enormes brazos para que no se le resbale los restos del jornal, mientras duerme su trabajo obrero.
Parte de su cansancio se desliza sobre mi siguiendo el movimento de un arrorro provocado por los motores de un colectivo urbano con direccion al Oeste.
Casi profundamente dormido se cae sobre mí no me muevo, le pongo hombro.
Bajo en Flores y estoy recién por Acoyte. Sé por los pelos y por la ropa que a él le queda mucho mas que a mi para llegar. Es el rojo "55" destino final: San Justo. Intuyo que hasta ahi seguro y tal vez mas, y mas.
Sigue el arrorro que le provoca el motor del "55" y el mismo arrorro cunero con el que abraza su bolso. Al tercer chocon con mi hombro recupera un poco la dignidad y se incorpora apenas para volver a caer cabeceando nuevamente sobre mi.
Me da muchas ganas de decirle: “Recuéstese senor, recuéstese tranquilo y descanse que nos falta mucho todavia.
Y tengo la impresion que ahora y aun en Flores, para llegar, mas me falta a mi...